viernes, 21 de agosto de 2009

EL CUCO DE LAS AUDITORIAS.


Las auditorías de la Cámara de Cuentas nunca han sido explicadas suficientemente y los funcionarios y la población en general les atribuyen fines aviesos y perversos.

No saben que hacerlas es dar cumplimiento a una ley, y que esa práctica garantiza pulcritud en el manejo de fondos públicos.Sus arqueos no son coyunturales ni meladaganarios, sino que responden a un orden periódico.

Por ejemplo, cada año.Esa confusión es lo que lleva a que se crea que a todo el incumbente que se le hace una auditoría, es porque está cometiendo irregularidades.O que se presuma maldad en el auditor o el responsable de la Cámara, al cual se le pide cuenta como si el afectado estuviera por encima de la ley.El

" ¿supiste? Le hicieron una auditoría a fulano", o el "trátenme bien", son las reacciones más socorridas, sin que haya razón para la intriga y mucho menos para el temor.

Aunque hay otros que son un fastidio: se niegan a rajatabla a que intervengan su administración.

LA GRAN EXCUSA.


La crisis global es excusa perfecta para justificar los errores locales. La resaca de nuestra economía, no lo duden, la generó más los excesos de aquí que las penurias de allá.

Los principios de una sana administración no son cumplidos en el país, por eso no basta que se apruebe reforma tras reforma de los impuestos.

La magnanimidad financiera de las autoridades deshace con el despilfarro el esfuerzo recaudador.

Los pesos no rinden por el peso de los gastos. El Gobierno pasó en un año de millonario a mendigo. Eso nos lleva a andar de limosna en las esquinas internacionales.

CUIDADO CON EL AUTORITARISMO.

La profesora Elinor Ostrom, ha trabajado mucho el tema de desarrollo comunitario y tiene unas ideas interesantes para el caso dominicano.Ella afirma que uno de los problemas más serios que enfrentamos es la creencia de que existe una sola unidad de gobierno y que sólo ésta es capaz de resolver la miríada de problemas que plantea la vida en sociedad.

De la aceptación de este principio se deriva una relación de una sola vía entre los participantes. La presunción es que los bienes públicos son producidos solo por el gobierno en vez de ser co-producidos por todos.

En esta concepción, los ciudadanos son vistos como clientes o votantes, con roles pasivos. En la visión clientelista, el ciudadano no tiene control de los bienes públicos que se producen "a su favor", sino que está totalmente en manos del funcionario.

Esta visión conduce a la falsedad de que solamente los maestros producen educación y los médicos salud. Es obvio que ellos forman parte del proceso, pero ignorar el importante rol que juegan las familias, las iglesias, los comités barriales, hace que se pierdan importantes aportes para la solución de los problemas.Esta concepción tiene otro impacto, Si el ciudadano no es tomado en cuenta, se considerará una víctima y no un participante.

Por ello, hermosas obras construidas en una barriada no son mantenidas ni cuidadas por los beneficiarios. La lógica autoritaria, sin embargo, no le da tiempo ni espacio a esos procesos para que florezcan, pues su éxito negaría la existencia misma del autoritarismo. Eso es lo que hay que cambiar

´SIN PAGO NO TENDREMOS ENERGIA


La falta de pago es el peor enemigo del sector eléctrico. Es un multiplicador de costos en todos los sentidos.

Si los usuarios no pagan la energía que usan, las finanzas de los distribuidores se resienten y al no poder pagar a los generadores, éstos también resultan perjudicados.

Si es el Gobierno el que se atrasa en el pago del subsidio o de la energía consumida por la administración pública, el efecto es similar porque obliga a los actores del mercado a financiar parte de sus operaciones con dinero prestado con carga de intereses.

Todo esto hace que el sector sea menos eficiente y la energía más costosa, aparte de que desestimula la inversión.

De ahí que la recuperación del sector eléctrico depende en gran medida de la eficiencia y puntualidad en las cobranzas.

No es que este aspecto administrativo sea la cura mágica de todos los males, pero no hay duda de que es la única garantía para estimular la inversión necesaria en actualización y conversión de plantas, mejora de la distribución y de los procesos administrativos.


La resistencia al pago y los atrasos dan lugar a interrupciones de servicio que pesan fuertemente sobre los costos de la industria y el comercio, que se ven obligados a abastecerse con plantas auxiliares generalmente de bajo rendimiento.

Y pesan también sobre la factura petrolera del país.

El cobro de la energía es parte de la médula de las necesidades del sector.